II. DESARROLLO
A. Salón de Clases Inteligente (SaCI): fundamentos
La definición de un SaCI que más se ajusta a las tendencias educativas del siglo XXI, es la propuesta por
Segovia [3] y Lozano [4] quienes los definen como una comunidad de aprendizaje, cuyo objetivo principal es el
desarrollo de la inteligencia y de los valores de los estudiantes, que planifican, realizan y regulan su propio
trabajo, bajo la mediación de los profesores, por medio de métodos didácticos diversificados y tareas
auténticas, evaluados por estudiantes y profesores, en un espacio multiuso abierto, tecnológicamente
equipado y organizado según los principios de la calidad total en la gestión.
Para lograr lo antes mencionado, es necesario que los elementos integradores de un SaCI permanentemente
se comuniquen e interactúen, debido a que la mayoría de las tareas se realizan de manera colaborativamente,
por lo que la coordinación es un tema central en ellos. De ahí que el desarrollo de Medios de Gestión de
Servicios, también llamados Middlewares, para Inteligencia Ambiental (AmI por sus siglas en inglés Ambient
Intelligence o Smart Environment) como SaCI pasa a ser una tarea central.
Sánchez y su equipo [5][6] han desarrollado una primera aproximación a ese tipo de middleware basado en
la teoría de agentes; sin embargo, la simple presencia de las tecnologías en SaCI no garantizan resultados
óptimos y se debe explotar los conocimientos e ideas presentes en él para optimizar el proceso de enseñanza
aprendizaje en este, para mejorar las experiencias de aprendizaje de los estudiantes, entre otros sucesos,
considerando aspectos de la realidad y contextos de los estudiantes, sus significados, etc.
Los procesos de aprendizaje en SaCI no se generan de manera espontánea, no son tampoco el resultado de
las Nuevas Tecnologías; por tanto, el diseño pedagógico es decisivo y se requiere hacer analítica de datos [7].
Así, SaCI debe explotar esos aspectos para planificar actividades que creen condiciones pedagógicas y
contextuales adecuadas y es donde el recomendador tiene su importancia.
Al respecto, uno de los primeros resultados que se han obtenido están en los trabajos Valdiviezo-Díaz y
Encalada [8][9], junto a sus respectivos equipos de investigadores; pero aún quedan numerosos aspectos por
resolver. El middleware que se desarrolló es un prototipo de prueba tecnológica; se requiere extender al
middleware para que permita procesos autoorganizados y emergentes, en particular, permitir la emergencia
de conversaciones que no sean determinísticos, como lo es actualmente el prototipo; se requiere definir un
lazo autonómico de tareas de analítica de aprendizaje para SaCI; se requiere explorar la extensión de SaCI con
Sistema de Recomendación Inteligente (Asesor), mecanismos de realidad aumentada, entre otros.
Finalmente, una tarea fundamental lo constituye el establecimiento de indicadores pedagógicos que permitan
fundamentar, medir, evaluar, el impacto de SaCI tanto a nivel de los procesos de enseñanza aprendizaje,
como en la definición de políticas públicas para el ámbito educativo. Pero para ello es necesario tener una
idea clara de qué esperan contar o encontrar los estudiantes y los docentes en sus salones de clases, para
lograr los objetivos de enseñanza aprendizaje. De esta manera se podrán crear SaCI adaptados a las
expectativas de sus usuarios: docentes y estudiantes, todo esto con el objetivo de contribuir a la visión de un
futuro en el que todos tengan acceso a una educación de clase mundial. Por lo que es necesario determinar
factores pedagógicos, funcionales y tecnológicos para evaluar la calidad del SaCI.